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sábado, junio 01, 2013

Un momento en otro momento

Comparto con ustedes un cuento de mi autoría, escrito en 20 minutos del tirón y sin ninguna experiencia previa ... para el cajón de los recuerdos:

"Y entonces, sin pensarlo dos veces, saltó.

Cuando volvió a abrir los ojos le extrañó no sentir la sensación de caída. En su lugar había un aroma suave a tierra mojada. Sin entender todavía demasiado se dio cuenta de que era chiquito, mucho más chiquito, y que iba de la mano de una señora rubia caminando por la calle. Al fondo observó un cerro no muy alto, de incontables colores, enmarcado en un cielo azul como no había visto nunca. Su mente científica, en un intento de racionalizar la experiencia, no lograba descifrar si se trataba de una alucinación provocada por la aceleración de la caída, o si ya se había producido el golpe y esto era lo que había después de la muerte. Fuera lo que fuera, no le importó, y se dejó llevar por la grata sensación de entrega a la redención final.

De buenos que se vuelven malos

En estos días en que el juez Garzón apoya la reforma de la justicia que está llevando adelante nuestra adorada presidente argentina, Cristina Fernández, me gustaría recordar un texto mío de hace algún tiempo atrás, sobre la imputación y condena de este "juez estrella" por prevaricación. Ahí se los dejo.

De cómo el juicio a un personaje controvertido puede ser el signo más puro de la democracia. 


DE BUENOS QUE SE VUELVEN MALOS
Muchos están indignados. Claman al cielo sin siquiera conocer bien los hechos ni los detalles de lo que están hablando. Les da igual, ya que la idea que defienden va “más allá” de esos detalles menores … 

Otros dicen, con la boca chiquita, que bueno, que este hombre no es tan malo. Y no, en un principio no lo era. Empezó con buenas intenciones y buenos actos: metiéndose en casos importantes, poniendo el pecho a las balas y aceptando las consecuencias. Pero, como ocurre en muchos casos (demasiados, desgraciadamente), no supo parar a tiempo. No supo bajarse de la nube y legislar desde la sensatez y la humildad. No. Se la empezó a creer: empezó a pensar que podía meterse en cualquier sitio, que su “coraza” de juez le daba impunidad para hacer lo que quisiera, incluso ir a buscar basura al patio ajeno y revolver sin permiso de los dueños.