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viernes, mayo 14, 2010

¿Crisis? ¿Dónde está la crisis?

El genial Joaquín Sabina, en una de sus canciones más famosas, ponía estas palabras en la boca de una típica señora española: “¿Crisis?¿Dónde está la crisis?”.

Pero claro, escucharlo, años después, de boca del presidente del gobierno, ya no me causa tanta gracia. Y es que si uno analizaba la situación detalladamente, todo esto se veía venir.

Dejemos de lado –o no- las primeras andanzas de Don Zapatero de La Mancha y sus secuaces (como la pantomima de la rebaja del IVA de los libros, o el vergonzoso anuncio de la creación de viviendas, o el resto de mentiras que nos han venido contando desde hace mucho a esta parte) y centrémonos en el manejo de la actual –aunque sea sólo para España y unos pocos países- crisis económica.

Ante el fantasma de la recesión, hace ya un tiempo atrás, Zapatero aplicó el principio más pueril e ignorante de la economía (y casi todas las disciplinas): negarlo todo. Esta táctica no sólo no se la creía nadie, sino que además desconcertaba a los mercados y generaba desconfianza en los inversionistas. Para cualquier economista aficionado y lego en la materia, como yo, la cosa tenía un sólo destino: si la economía española se había inflado hasta el punto de formar una burbuja, en algún momento se tenía que desinflar. No nos engañemos, sin embargo: una cosa es la crisis internacional que existió y otra, muy diferente, la que se generó en España debido al crédito salvaje y la falta de ahorro de la población.

Había una salida lógica, de todas formas: reducir el gasto público, bajar los impuestos para generar consumo, poner la economía en modo “sleep” y esperar a que amaine el temporal. Pero no, para qué tomar las medidas que aconsejaban todos los economistas reconocidos, cuando lo tenemos a SúperZP (todo un ministerio de economía él solito, oiga) al mando de la nave: mejor, aumentemos las subvenciones a cualquier chorrada, incrementemos el gasto público, subamos los impuestos para matar el consumo y, eso sí, que a mi Sonsoles no le falte de nada.

Pero este derroche de conocimientos económicos (656 asesores del presidente de por medio, que cuestan alrededor de 28 millones de euros al pueblo español) no trajo los frutos que se esperaban. No solo eso: hoy por hoy, España está vigilada por la política internacional para que la cosa no explote. Obama lo llama a Zapatero para decirle que tome las riendas del asunto de una vez y Merkel le da un toque de atención. Este excelso ministro/presidente está consiguiendo que España sea el hazmerreír de la crisis internacional: mientras toda Europa ya pasó el chaparrón, a nosotros nos espera todavía lo peor.

Este hombre ha conseguido llegar a ser (aunque suene paradójico) un inepto en casi todas las materias de gobierno que ha tratado.

Aaahh, pero no se preocupen, mis queridos chichipíos, que además de la subida de impuestos que ya anunciaron, el año próximo se viene otra. Y si no, tiempo al tiempo.

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