Aquellos que me conocen, que no son muchos, saben que soy una persona por demás tolerante. No tengo ningún problema con gente de otras culturas, otras preferencias sexuales, otras religiones, etc; es más, muchas veces intento que las personas (al menos aquellas con las que me rodeo) sepan apreciar a la gente por lo que es y no por etiquetas preestablecidas. Pero la verdad es que ciertos acontecimientos recientes merecen una revisión más profunda que el mero comentario de sobremesa, al menos así lo creo yo, y es por eso por lo que me gustaría que sepan mi opinión al respecto.
Hace más de una semana atrás aparecieron en un periódico danés unas caricaturas del profeta islámico Mahoma, representado en diferentes situaciones, algunas de ellas, a mi entender, ofensivas para la religión y cultura musulmana. Es entendible, por tanto (y sabiendo que la representación del profeta Mahoma está prohibida en la religión musulmana), que las personas pertenecientes a este culto se digan ofendidas y sientan que merecen una reparación: es lo que cualquier persona requeriría ante esta situación. Esto es un hecho.
Ahora bien, que la respuesta ante estas caricaturas no sea un conflicto diplomático entre países solicitando una disculpa, sino que se base en la amenaza, la muerte y la intimidación me parece que excede los límites de la paciencia de cualquiera. Estoy deacuerdo con algunos medios en que la difusión de estos dibujos constituye una ofensa gratuita y hasta una provocación. Pero la respuesta de los países de origen musulmán es siempre la misma: el extremismo, el terror y la incivilización. Y esta vez no se puede decir que es simplemente "un grupo aislado", que "no tachemos a todos los musulmanes bajo el mismo adjetivo" porque esta vez (y, no sé por qué, sospecho que muchas anteriores también ha sido así) son la gran mayoría de los pueblos y habitantes musulmanes los que amenazan y utilizan el terror como medio de comunicación.
Como alguna vez comenté, el pueblo musulmán no puede, como de hecho lo hace, entrar en Occidente (ya sea Norteamérica o, sobre todo, Europa), alimentarse, educarse y trabajar con y de su gente y además pretender dictar las normas a seguir a base de intimidación. Está quedando cada vez más patente que la integración es algo que está muy lejos del ideario musulmán, se confirma día a día. Desde luego que no por eso se pueden excusar algunas prácticas de países occidentales del mismo tenor. Pero, siendo cada vez más evidente que el islamismo y Occidente son totalmente incompatibles y dificilmente (por no decir imposiblemente) conciliables, se debe adoptar una solución de dos: o cada uno se queda en su casa y vive como mejor le parezca y no molesta al otro, o el que está de invitado en la casa del otro se adapta a la situación.
Por supuesto que surgirá, en un momento u otro (hoy en día está muy de moda entre el "normal" de la gente), el tema de Estados Unidos y sus "invasiones" a países árabes. Para vosotros, oh inocentes míos, que esgrimáis este argumento del "demonio americano", tengo una noticia: todos los países del planeta son iguales. Porque claro que nadie se acuerda de las matanzas de Francia en África Central, o el desastre de Inglaterra en la India, o de las atrocidades contínuas (desde hace cientos de años hasta hoy en día) de los mismos pueblos árabes para con su propia gente y los demás, o del atropello constante de Israel. No, de todo esto nadie se acuerda ... ¿saben por qué? Por una simple y más que mundana razón: porque no vende. Lo que vende hoy en día es atacar a Estados Unidos; es muy "chic" ser un rebelde antiamericano, eso sí, mejor no hablemos de nuestros propios trapos sucios ... porque resulta que todos en este planeta son unos santos, menos esos terribles americanos. Fucking idiots!
Pero bueno, dejaré de lado el cliché barato y me centraré en la conclusión de este texto. Europa, así como Occidente, no puede ceder ante la intimidación y el gobierno de lo irracional. No es admisible que unas caricaturas -porque, al fin y al cabo, son unas simples caricaturas- produzcan no sólo altercados, sino decenas de muertes, amenazas explícitas (hoy el líder de la Jihad dijo que si no hay una disculpa, "la tierra arderá") y la dictadura del terror. No se puede permitir que un papel cueste la vida a, siquiera, una sola persona.
Como bien dijo Jorge Drexler (en una maravillosa canción llamada "Milonga del Moro Judío", que les aconsejo fervientemente escuchen): "... no hay una piedra en el mundo que valga lo que una vida ..."
Hace más de una semana atrás aparecieron en un periódico danés unas caricaturas del profeta islámico Mahoma, representado en diferentes situaciones, algunas de ellas, a mi entender, ofensivas para la religión y cultura musulmana. Es entendible, por tanto (y sabiendo que la representación del profeta Mahoma está prohibida en la religión musulmana), que las personas pertenecientes a este culto se digan ofendidas y sientan que merecen una reparación: es lo que cualquier persona requeriría ante esta situación. Esto es un hecho.
Ahora bien, que la respuesta ante estas caricaturas no sea un conflicto diplomático entre países solicitando una disculpa, sino que se base en la amenaza, la muerte y la intimidación me parece que excede los límites de la paciencia de cualquiera. Estoy deacuerdo con algunos medios en que la difusión de estos dibujos constituye una ofensa gratuita y hasta una provocación. Pero la respuesta de los países de origen musulmán es siempre la misma: el extremismo, el terror y la incivilización. Y esta vez no se puede decir que es simplemente "un grupo aislado", que "no tachemos a todos los musulmanes bajo el mismo adjetivo" porque esta vez (y, no sé por qué, sospecho que muchas anteriores también ha sido así) son la gran mayoría de los pueblos y habitantes musulmanes los que amenazan y utilizan el terror como medio de comunicación.
Como alguna vez comenté, el pueblo musulmán no puede, como de hecho lo hace, entrar en Occidente (ya sea Norteamérica o, sobre todo, Europa), alimentarse, educarse y trabajar con y de su gente y además pretender dictar las normas a seguir a base de intimidación. Está quedando cada vez más patente que la integración es algo que está muy lejos del ideario musulmán, se confirma día a día. Desde luego que no por eso se pueden excusar algunas prácticas de países occidentales del mismo tenor. Pero, siendo cada vez más evidente que el islamismo y Occidente son totalmente incompatibles y dificilmente (por no decir imposiblemente) conciliables, se debe adoptar una solución de dos: o cada uno se queda en su casa y vive como mejor le parezca y no molesta al otro, o el que está de invitado en la casa del otro se adapta a la situación.
Por supuesto que surgirá, en un momento u otro (hoy en día está muy de moda entre el "normal" de la gente), el tema de Estados Unidos y sus "invasiones" a países árabes. Para vosotros, oh inocentes míos, que esgrimáis este argumento del "demonio americano", tengo una noticia: todos los países del planeta son iguales. Porque claro que nadie se acuerda de las matanzas de Francia en África Central, o el desastre de Inglaterra en la India, o de las atrocidades contínuas (desde hace cientos de años hasta hoy en día) de los mismos pueblos árabes para con su propia gente y los demás, o del atropello constante de Israel. No, de todo esto nadie se acuerda ... ¿saben por qué? Por una simple y más que mundana razón: porque no vende. Lo que vende hoy en día es atacar a Estados Unidos; es muy "chic" ser un rebelde antiamericano, eso sí, mejor no hablemos de nuestros propios trapos sucios ... porque resulta que todos en este planeta son unos santos, menos esos terribles americanos. Fucking idiots!
Pero bueno, dejaré de lado el cliché barato y me centraré en la conclusión de este texto. Europa, así como Occidente, no puede ceder ante la intimidación y el gobierno de lo irracional. No es admisible que unas caricaturas -porque, al fin y al cabo, son unas simples caricaturas- produzcan no sólo altercados, sino decenas de muertes, amenazas explícitas (hoy el líder de la Jihad dijo que si no hay una disculpa, "la tierra arderá") y la dictadura del terror. No se puede permitir que un papel cueste la vida a, siquiera, una sola persona.
Como bien dijo Jorge Drexler (en una maravillosa canción llamada "Milonga del Moro Judío", que les aconsejo fervientemente escuchen): "... no hay una piedra en el mundo que valga lo que una vida ..."
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